
En memoria de los niños guerrilleros que no tienen esperanza.
Josephine, como cada día, recorre los cinco kilómetros que la separan
de la escuela. Pero Josephine no es una niña "normal", no comienza
el día con el estómago lleno, ni siquiera posee un vestido limpio, y
nadie le ha dado un beso de despedida al marchar al colegio.
Josephine no sabe nada de sus padres, tenía ocho años cuando
asaltaron su poblado y se la llevaron. Han pasado seis años desde
entonces, ahora tiene catorce años. La misma edad que tenía Koni
cuando le vio por última vez, allí tirado en medio de la plazoleta
de su poblado.
Del carnaval de la muerte:
no, hay duda
sois los amos.
Marchas de machete en mano,
ahora las orejas,
también las manos,
no olvidéis la lengua.
Quemad sus ojos.
Hoy además de su mendrugo de pan en el bolso, se aferra a la
esperanza y al frío metal de su kalashnikov. Tiene un único
pensamiento: escapar.
6/11/2004 Merche B.